TERCER DÍA
Hoy nos reunimos en la capilla, como preámbulo, antes del inicio de las
fiestas de la Niña María.
Mañana y el viernes manifestaremos de diversas formas la alegría que tenemos. Pero hoy queríamos recordar que lo importante no son las muestras de expresión de
esta alegría, sino el motivo de ella.
Empezamos recordando el acontecimiento que ocurrió hace más de dos mil años.
Cuando María llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo:
Llamad a las hijas de los hebreos, y que tome cada cual una lámpara, y que
estas lámparas se enciendan, para que acompañen a María en la entrada. El Gran Sacerdote recibió a la niña, y,
abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas
las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención
por Él concedida a los hijos de Israel.
E hizo sentarse a la niña en el tercer escalón del altar, y
el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa
de Israel la amó.
Continuamos la celebración recogiendo la reflexión que hicimos el lunes. Vimos cuánto sufrimiento hay en el mundo y eso nos
entristeció mucho, pero sabemos también, que una mirada de María, llena de amor, puede
cambiar los corazones y hacer que desaparezcan todas esas injusticias.
Dedicamos unos minutos a compartir nuestras experiencias.
El martes hicimos una figura de plastilina que
representaba lo bueno que ven en nosotros nuestra familia, amigos, etc. Se lo mostramos a la Virgen y le dimos las gracias.
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